Come en casa Borges

Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en la librería La Ciudad (Buenos Aires, 1979). (rialta-ed.com)

En edición cuidada por Daniel Martino, Destino publicó en 2006 un tomo de 1700 páginas simplemente titulado “Borges”: el diario escrito por Adolfo Bioy Casares durante cuatro décadas, registrando las conversaciones que mantuvo con su amigo y cómplice literario. “Come en casa Borges” es una frase que se repite a lo largo de las páginas, abriendo el apunte de muchos días, y dando cuenta de una época en que los amigos se visitaban. Aquí tres fragmentos.

Sábado, 18 de diciembre de 1954

Un oculista dijo a Borges que advierte debilidad en la retina del ojo que ve. Si esa retina se desprendiera, Borges quedaría ciego. Con las úlceras y con esta amenaza, el pobre Borges está pasando un mal período. Recuerda los consejos de un peluquero Trientino, de la calle 25 de Mayo: “Para la úlcera lo principal: usted se prende de la leche como si fuera Rómulo y Remo. Las inyecciones no sirven para nada porque usted no va a tirar la plata en farmacia y más bien lo manda al facultativo a la puta que lo parió. En vez, compre en el Paseo de Julio una faja de campesino que le dé muchas vueltas y tiene caliente la panza. De vez en cuando, su cafecito, una raviolada, una copa, porque usted no tiene por qué ser el esclavo de los hijos de puta”.

Sábado, 1° de enero de 1955

Borges me cuenta que Margarita Bunge le dijo: “Usted tiene que pensar que si pierde el ojo, pierde muy poco. Lo importante es usted, no su ojo”. BORGES: “Qué falta de imaginación. O qué fe en el pensamiento. Bueno, los estoicos parecen creer lo mismo. Dicen: ‘El hombre virtuoso es feliz y no se preocupará de lo que le pasa’. O tal vez todo eso equivalga a decir que mientras uno piensa en una cosa no puede pensar en otra; que mientras uno piensa en una de esas frases, no puede pensar en su desgracia. Lo mismo sería decir: Babebibobu. En Alice in Wonderland hay un personaje que dice: ‘piense que está sentado, piense que tiene piernas, que tiene cuerpo, y no pensará: soy desdichado‘”.

Jueves, 28 de abril de 1955

Come en casa Borges. Me trae los dos tomos de los Gauchescos, que aparecieron en México, y un ejemplar de Marcha de Montevideo, con una crítica muy elogiosa de Rodríguez Monegal, sobre El sueño de los héroes. Me habla de mi libro: “Ahora que the cat is out of the bag, ¿sabes lo que dijo Margarita Bunge? Bueno, me preguntó si yo creía que la vida de esos muchachos, Gauna, Maidana, etcétera, que pasaban tres noches emborrachándose por Villa Urquiza, Flores y el Bañado de Flores, era una vida sana”. Comentamos el extraño requisito de una vida sana para los personajes de una novela. Cuenta que Margarita, a su vez, está escribiendo una novela y que, según ella, hace muchas concesiones: “Habrá comprendido que sin concesiones no hay novelas. Imagínate esos personajes que se levantan temprano, engullen una sopa de Quacker, hacen gimnasia, no cometen imprudencias, se acuestan a las diez…”.

— Adolfo Bioy Casares
Borges (Destino, 2006)