Tres poemas de Giuliana Mazzetti, extraídos de No entrará la luz (Ediciones de los lunes, Lima, 1994).
CON LAS PALABRAS
Con las palabras voy armando el castillo a colocar al centro exacto de mi silencio.
Con mis silencios obtengo la precisa argamasa que selle a cal y canto todas mis palabras.
A través de estas paredes, sin ventanas, maldigo las ventanas, no entrará la luz, no entrará el aire.
Cuando reine la oscuridad será sólo mi culpa y cuando falte el aire tendré que aprender, por fin, a ser una buena proveedora.
Con tantas palabras a cuestas me aseguro muros altos, queridos, impidiéndome atisbar cualquier mañana inútil.
Colocaré la puerta sobre el suelo y cada vez que el recuerdo me tiente haré girar sus goznes para no olvidar que yo misma me enterré.
LA CASA DE LOS DESCONOCIDOS
La casa de los desconocidos. Todos se miran pero no se reconocen. Cada uno vive en su esquina y no tienen quién les seque el sudor del rostro.
La campana suena todas las mañanas. Se evalúan y se miden y no se ven. Se dicen palabras como garrotes y no se golpean.
Se reproducen tras las puertas y luego salen multiplicados, pero sin filiación alguna.
Los desconocidos semejan árboles, enhiestos y secos tras la lluvia ácida de su día primero. Duermen con los ojos abiertos, vigilan los ruidos de las madrugadas y amanecen lastimeros con ojos de cristal trizado.
Ellos viven en paz. La paz del sepulcro.
LAS PRESENCIAS SON MÁS HONDAS
Las presencias son más hondas que la soledad, la luz enceguece y acaba quemando nuestras torpezas. Bienaventurada la oscuridad.
El dolor es una joya a suspender de las orejas. El escarnio se sienta a mi mesa cada vez que me desnudo.
Brazos horadados como flores brotando de un cadáver. Gusanos blancos y gordos sobre el plato y todas las noches retornar al féretro, descansar los huesos entre rasos crujientes y esperar al miedo que se acomoda hábilmente en el menor lugar.
Arterias como mangueras regando miserias. No existe ciencia cuando el dolor es azul. Hay niños que nacen con un ataúd bajo el brazo.
— Giuliana Mazzetti
* Textos extraídos de las páginas 51, 71 y 87 de: No entrará la luz, Ediciones de los lunes, Lima, 1994.