Nació un día, para morir otro día

Figura de terracota, representación de Shiva como un asceta, datada entre 501-600 d.C.

Tres poemas de Basavanna (1106-1167), poeta indio nacido en el pueblo de Basavana Bagewadi (Karnataka), traducidos por Mirta Rosenberg en Cantos a Siva, Ed. Astri, Barcelona, 2000.

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El cordero sacrificial traído para la celebración
se comió las hojas verdes usadas para decorar.

Sin saber nada acerca de matar,
sólo buscaba satisfacer su hambre:
nació un día, para morir otro día.

Pero dime:
¿sobreviven los asesinos,
Oh señor de los ríos encontrados?

494

No conozco nada de pulsos ni de métrica
ni de la aritmética de las cuerdas o el tambor;
no conozco yámbicos ni dísticos.

Mi señor de los ríos encontrados,
como nada puede herirte
cantaré como quiera.

820

Los ricos
levantan templos para Siva.
¿Qué puedo yo,
un pobre hombre,
hacer?

Mis piernas son columnas,
mi cuerpo el santuario,
mi cabeza una cúpula
de oro.

Escucha, oh señor de los ríos encontrados,
lo inmóvil caerá,
pero el móvil permanecerá por siempre.

Basavanna
Traducido por Mirta Rosenberg