Fatiga

Muchacha durmiendo (1657) (detalle) | Johannes Vermeer

Tres poemas de Aldous Huxley, originalmente publicados en 1918 y 1920; extraídos de: Poesía completa. Edición bilingüe y traducción de Jesús Isaías Gómez López. Cátedra, Madrid, 2011.

FATIGA

La mente ha perdido su aristotélica elegancia de forma: sólo hay una oscuridad donde pompas e ilógicos globos emergen hasta hacer estallar sus luminosos carrillos y esfumarse.

Una mujer con una cesta en la cabeza: un farol chino un tanto torcido: el difuso abultamiento brillante de los frascos de las farmacias; y luego en mis oídos el ruido distante de una impresionante riada humana. Y frases, frases —

Solo es un asunto de alforjas,
Stane Street y Gondibert,
potros en Islandia (¿o era potros en áspic?).

A medida que ese rojizo diablillo se aparta con una insolente protuberancia en el trasero, tomo conciencia de que su encrespado rabo de perrillo faldero es el botón de un timbre eléctrico. Pero eso no me inquieta tanto como la vista de todas estas bruñidas estatuas centelleando con luces largas, todas ellas grotescas y todas ellas colosales.

EL DECAMERÓN

El mediodía, bajo la espesa sombra de los árboles,
vibrando de calor, con el sonido de los laúdes se estremece:
medio ensombrecida, medio soleada, una gran fuente de frutas
reluce púrpura y dorada: las vasijas de vino
frescas en sus cuévanos de nieve: se atemperan y brillan los colores:
terciopelo oscuro, donde entre las hojas un rayo de sol se dispara,
partiéndose en un cristal de escarlata: unos dedos que pulsan las raíces
mantienen el lánguido tiempo hasta el suave y lento declive de la música.

De pronto, de la puerta sale un grito,
espantosas risas entrecortadas, apenas humanas por el sonido;
unas demacradas manos arañadas se abren paso entre las rejas desesperadamente,
agarrándose firmemente al perfumado aire, mientras en el suelo
yace la pobre carroña castigada por la peste, que se ha encontrado con
fuerzas para arrastrarse a morir maldiciendo al sol.

TRANQUILIDAD VERANIEGA

Las estrellas son instantes dorados en el profundo
e inmaculado espacio de la noche; la luna se ha puesto:
el río duerme, extasiado, un suave y sereno sueño
que parece tan inmóvil que olvido
los huecos puentes retumbantes, donde se desliza,
sombrío por las tristes miradas que soporta,
hacia un mar cuyas mareas sin retorno
arrebatan los avistados barcos y el canto de los marineros.

Aldous Huxley
Traducido por Jesús Isaías Gómez López

Notas:
* “Fatiga” fue originalmente publicado en Leda (Chatto & Windus, Londres, 1920). La edición de Cátedra lo incluye en el Apéndice 2, Poemas en prosa de Leda, p. 601, con las siguientes notas: a) Stane Street es una vía romana que enlaza la pequeña ciudad de St. Albans, al sur del condado de Hertfordshire (a unos 35 km al norte de Londres), con la ciudad de Colchester, en el condado de Essex. b) Gondibert es un poema épico publicado en 1651 por el poeta y dramaturgo inglés sir William D’Avenant (1606-1668) (…) que escribió como preso condenado a muerte por Oliver Cromwell en la Torre de Londres, (y) contó desde entonces y hasta nuestros días con el rechazo unánime de la crítica, siendo reprobado especialmente por su tono marcadamente afectado y de pésimo gusto. c) Áspic, según definición dada por el Diccionario de la lengua española, RAE (22.ª ed.): “Plato frío, especialmente de carne o pescado, que se presenta cubierto de gelatina en un molde”.
* “El Decamerón” y “Tranquilidad veraniega” fueron originalmente publicados en The Defeat of Youth & Other Poems (La derrota de la juventud y otros poemas) (Blackwell, Oxford, 1918); y figuran en las páginas 323 y 291 del tomo editado por Cátedra.

La angustia

El naufragio (1805) | William Turner

Un poema de Paul Verlaine, originalmente publicado en 1866 en el libro Poemas saturnianos. Extraído de: Verlaine. Poesía completa. Tomo I. Traducción de Ramón Hervás. Ediciones 29, Barcelona, 1972.

La angustia

Naturaleza, nada tuyo me conmueve, ni los campos
nutricios, ni el eco bermejo de las pastorales
sicilianas, ni las pompas auroreales,
ni la solemnidad doliente de los ocasos.

Me río del Arte, me río del Hombre también, de los cantos,
de los versos, de los templos griegos y las torres espirales,
que se estiran en el cielo vacío de las catedrales,
y con igual ojo veo a los buenos que a los malos.

No creo en Dios, abjuro y reniego
de todo pensamiento, y en cuanto a la vieja ironía,
el Amor, quisiera que no me hablaran más de él.

Cansado de vivir, teniendo miedo a morir, semejante
a una barca perdida, juguete del flujo y del reflujo,
mi alma apareja para espantosos naufragios.

Paul Verlaine
Traducido por Ramón Hervás

Notas:
* En el verso quinto, dice el texto original: “me rio”. Añadida la tilde.
* En el penúltimo verso, dice el texto original: “al brick perdido”. Sustituido por “a una barca perdida”.

No es necesario hablar de nada

Un indio Mandan sobre un coracle hecho de piel de bisonte sobre un bastidor de ramas de sauce, en Dakota del Norte, Estados Unidos. Fotografía: Edward S. Curtis c. 1901-1910

Un poema de Ósip Mandelstam escrito en 1909, traducido por Jesús García Gabaldón, extraído de Ósip Mandelstam. Antología poética. Alianza, Madrid, 2020.

NO ES NECESARIO HABLAR DE NADA

No es necesario hablar de nada
ni estudiar nada.
Es tan triste y buena
la sombría alma animal.

Nada quiere enseñar.
Hablar no puede.
Y como un joven delfín
navega por la ciénaga del mundo.

1909

Ósip Mandelstam
Traducción de Jesús García Gabaldón

“Hasta la vista, chicos”

El 25 de agosto de 2021, Alessandro La Fortezza, profesor de una escuela pública en Italia, difundió una carta despidiéndose de sus alumnos, explicando su rechazo al “pasaporte verde”. Documento extraído del blog Contra el encierro, traducido por counterpropaganda.

Queridos alumnos:

En junio nos dijimos hasta la vista, pero hoy tengo que deciros que quizá no nos veamos en el instituto en septiembre.

Si no se modifican las disposiciones actuales, me suspenderán de la enseñanza por no haber presentado el pase verde.

Tal vez, aunque nunca os he ocultado mis ideas sobre la gestión de la epidemia, pueda parecer extraño o exagerado que no quiera tener un pasaporte verde. Sin embargo, si pensáis en todo lo que vuestro profesor de italiano y de historia os ha contado sobre los carnés de partido sin los que no se podía trabajar, o sobre las muchas marcas de infamia que los despotismos de todos los tiempos hacían coser en la ropa de los discriminados, o sobre una niña escondida en una habitación trasera que llenaba su cuaderno con su gruesa letra, entonces podréis entender mi elección.

Ya puedo oír a algunos de vosotros levantando sus escudos: “¡Pero profesor! No es lo mismo”. Soy muy consciente de ello. Nunca es lo mismo. Si las cosas erróneas aparecieran siempre en la historia de la misma manera, seríamos capaces de reconocerlas y defendernos de ellas. En cambio, el mal a menudo trata de engañarnos disfrazándose con colores cambiantes.

El verdadero bien, sin embargo, os revelaré un truco: lo reconocéis inmediatamente por su sencillez, su aparente pequeñez, su humildad.

Fue entonces cuando os dejé respirar libremente sin máscara y vosotros hicisteis lo mismo conmigo. Era cuando respetábamos el tiempo y el espacio del otro, cuando entraba en vuestras casas a distancia sólo después de llamar y pedir permiso, y cuando entendíais si estaba cansado y necesitaba vuestra comprensión.

Ahora bien, puede que no esté allí para velar por vosotros en este difícil momento de la historia, pero, comprendedme, no tendría nada más que enseñaros, si me convirtiera en corresponsable, aunque sea pasivamente, de un instrumento de discriminación como el pase verde; una discriminación que no se basa en la religión, la etnia, el color de la piel o la orientación sexual, sino en la elección y la convicción individuales.

Me vacunaré cuando y si estoy convencido de que es lo correcto, desde luego no para ir a un restaurante, a un concierto o donde sea. Ni siquiera para mantener mi trabajo. Recordemos que “no sólo de pan vive el hombre” (Mt 4,4) y que también está escrito: “Mirad cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Pero os digo que ni siquiera Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos” (Mt 6,28). El Señor, pues, “nunca perturba la alegría de sus hijos, sino para prepararles una alegría más cierta y mayor” (Los novios, capítulo VIII). Además, aunque mañana decidiera vacunarme, o si sintiera la necesidad de someterme a un hisopo de diagnóstico, no descargaría el pasaporte verde, para que mis elecciones individuales, sean las que sean, no se conviertan en un motivo de discriminación contra quienes hayan hecho elecciones diferentes.

Esperemos, en cambio, que se produzca un replanteamiento en las conciencias y se abandone el peligroso camino emprendido y que conduce a tristezas e infamias que creíamos superadas.

En ese caso nos volveríamos a abrazar, continuaríamos nuestro viaje juntos, como si nos despertáramos de un mal sueño, y podría volver a deciros: “¡Hasta la vista, chicos!”.

Vuestro profesor, Alessandro La Fortezza

Ciencia y salud

Dos cómics del dibujante y poeta australiano Michael Leunig. Fueron publicados en los periódicos The Age y The Sydney Morning Herald. Las imágenes son cortesía de Michael Leunig. La traducción de los textos es de contranatura.org.

Created by scientists… | Creada por científicos

“Debe ser una cosa buena. Fue creada por científicos.”
(Michael Leunig, 8-feb-2021)

Health | Salud

Miedo | Máscara | Mordaza | Esposas | Obediencia | Depresión
(Michael Leunig, 12-oct-2020)