Cómo prevenir la próxima pandemia

Una fotografía del Director General de la Organización Mundial de la Salud, y tres cómics del artista gráfico británico Bob Moran.

El biólogo Tedros Adhanom, Director General de la OMS, promocionando un libro del multibillonario Bill Gates: “Gracias Bill Gates por enviarme una copia de tu nuevo libro. Completamente de acuerdo en que debemos actuar sobre las lecciones del COVID-19, e innovar para que podamos entregar prestas y equitativas soluciones de salud para prevenir la próxima pandemia”. | Fuente

Tres cómics de Bob Moran

Prison Gates
Cómo prevenir la próxima pandemia

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Orwell Surprise
¡P**o infierno!

Ciencia y salud

Dos cómics del dibujante y poeta australiano Michael Leunig. Fueron publicados en los periódicos The Age y The Sydney Morning Herald. Las imágenes son cortesía de Michael Leunig. La traducción de los textos es de contranatura.org.

Created by scientists… | Creada por científicos

“Debe ser una cosa buena. Fue creada por científicos.”
(Michael Leunig, 8-feb-2021)

Health | Salud

Miedo | Máscara | Mordaza | Esposas | Obediencia | Depresión
(Michael Leunig, 12-oct-2020)

Mandamientos de la era atómica

Una densa columna de humo asciende 18 kilómetros sobre la ciudad japonesa de Nagasaki, resultado de una bomba atómica lanzada por Estados Unidos desde un Boeing B-29 Superfortress, el 9 de agosto de 1945. (Documento n° 208-N-43888, Archive.gov)

Este es un fragmento del ensayo del filósofo Günther Anders, publicado originalmente con el título ‘Gebote des Atomzeitalters’ el 14 de julio de 1957, en el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung. Traducido al inglés por la pianista Charlotte Zelka, esposa de Anders desde 1957, y publicado con el título ‘Commandments in the Atomic Age’, en el libro Burning Conscience (Monthly Review Press, Nueva York, 1961); un documento PDF con esta versión es compartido por aphelis.net. Traducido al castellano, desde la versión inglesa, por Carlos Mayhua Terreros para contranatura.org.

Que tu primer pensamiento al despertar sea: ‘átomo’. Porque no deberías iniciar el día con la ilusión de que lo que te rodea es un mundo estable. Tan solamente mañana el mundo podría ser ‘algo que solamente ha sido‘: porque nosotros, tú, yo y nuestros congéneres somos ‘más mortales’ y ‘más temporales’ que todos aquellos que, hasta ayer, habían sido considerados mortales. ‘Más mortales’ porque nuestra temporalidad significa no solamente que somos mortales, no solamente que somos ‘matables’. Esa ‘costumbre’ siempre ha existido. Sino que, como humanidad, somos ‘matables’. Y ‘humanidad’ no significa solamente la humanidad de hoy, no solamente la humanidad que se esparce sobre las provincias de nuestro globo; sino también la humanidad que se esparce sobre las provincias del tiempo. Porque si la humanidad de hoy es matada, entonces lo que ha sido, muere con ella; y la humanidad del porvenir también. La humanidad que ha sido porque, donde no hay nadie que recuerde, no quedará nada para recordar; y la humanidad del porvenir, porque donde no hay un hoy, ningún mañana puede convertirse en un hoy. La puerta frente a nosotros lleva esta inscripción: ‘Nada habrá sido’; y una vez traspasada: ‘El tiempo fue un episodio’. Pero no como nuestros ancestros se habían esperanzado, un episodio entre dos eternidades; sino un episodio entre dos nadas; entre la nada de lo que, recordado por nadie, habrá sido como si nunca hubiera existido, y la nada de lo que nunca será. Y como no habrá nadie que distinga una nada de la otra, se fundirán en una nada sola. Esto es, entonces, lo completamente nuevo, la apocalíptica clase de temporalidad, nuestra temporalidad, comparada con la cual cualquier cosa que habíamos llamado antes ‘temporal’ se convierte en una bagatela. Por lo tanto tu primer pensamiento al despertar que sea: ‘átomo’.

Tu segundo pensamiento después de despertar debería transcurrir: ‘La posibilidad del Apocalipsis es nuestro trabajo. Pero no sabemos que lo estamos haciendo’. Realmente no sabemos, y tampoco ellos que controlan el Apocalipsis lo saben: porque ellos también son ‘nosotros’, ellos también son fundamentalmente incompetentes. Que ellos también sean incompetentes, no es ciertamente su culpa; más bien consecuencia del hecho de que ni ellos ni nosotros podemos ser considerados responsables: el efecto de la brecha siempre creciente entre nuestras dos facultades; entre nuestra acción y nuestra imaginación; del hecho de que somos incapaces de concebir lo que podemos construir; de mentalmente reproducir lo que podemos producir; de comprender la realidad que podemos traer a la existencia. Porque en el curso de la era técnica la relación clásica entre imaginación y acción se ha revertido. Mientras nuestros ancestros habían considerado una obviedad que la imaginación excede y sobrepasa a la realidad, hoy día la capacidad de nuestra imaginación (y la de nuestro sentimiento y responsabilidad) no puede competir con la de nuestra praxis. De hecho, nuestra imaginación es incapaz de asimilar el efecto de lo que estamos produciendo. No solamente nuestra razón tiene sus límites (kantianos), no solamente ella es finita, sino también lo es nuestra imaginación, y todavía más nuestro sentimiento. A lo sumo podemos lamentar el asesinato de un hombre, nuestro sentimiento no puede abarcar más; podríamos ser capaces de imaginar diez: nuestra imaginación no puede abarcar más; pero destruir a cien mil personas no causa dificultades en absoluto. Y eso no solamente por razones técnicas; y no solamente porque el accionar ha sido transformado en un mero ‘colaborar’ y en un simple lanzamiento, cuyos efectos permanecen invisibles. Sino más bien por una razón moral; porque el asesinato de masas reposa infinitamente lejos — fuera de la esfera de aquellas acciones que podemos visualizar y frente a las cuales podemos tomar una posición emocional; y cuya ejecución podría ser dificultada a través de la imaginación y los sentimientos. Por lo tanto, tu siguiente pensamiento debería ser: ‘Cuanto más ilimitados los hechos, más reducidos los impedimentos’. Y: ‘Nosotros humanos somos más pequeños que nosotros mismos’. Esta última frase formula la rabiosa esquizofrenia de nuestros días; es decir: el hecho de que nuestras diversas facultades trabajan independientemente una de otra, como seres aislados y descoordinados, que han perdido todo contacto entre sí. Pero no es para afirmar algo terminal o incluso algo finalmente derrotista, que deberías pronunciar estas palabras; más bien, al contrario, para que te hagas consciente de tu limitación, para que te aterres por ello, y finalmente, para romper esta frontera presuntamente irrompible; para revocar tu esquizofrenia. Por supuesto, mientras se te conceda la gracia de seguir viviendo, puedes poner tus manos en tu regazo, abandonar toda esperanza e intentar resignarte a tu esquizofrenia. Sin embargo, si esto te parece indeseable, tienes que hacer entonces el atrevido intento de hacerte tan grande como eres realmente, de ponerte al día contigo mismo. De este modo, tu tarea consiste en cerrar la brecha que existe entre tus dos facultades: tu facultad de hacer cosas y tu facultad de imaginar cosas; de nivelar la desproporción que separa a las dos; en otras palabras, tienes que ampliar agresivamente la estrecha capacidad de tu imaginación (y la todavía más estrecha de tus sentimientos) hasta que imaginación y sentimiento sean capaces de sujetar y comprender la enormidad de tus acciones; hasta que seas capaz de tomarlas y concebirlas, de aceptarlas o rechazarlas — en breve, tu tarea es: ampliar tu fantasía moral.

(…)

Resumiendo: aun si tuviéramos éxito en eliminar físicamente los objetos fatales y sus planos de construcción, salvando así a nuestra generación, esa salvación difícilmente sería más que un respiro o una postergación. La producción material podría reanudarse cualquier día, el terror permanece y así debería permanecer tu temor. Desde ahora la humanidad vivirá para siempre y eternamente bajo la oscura sombra del monstruo. El peligro apocalíptico no es abolido por un acto, de una vez por todas, sino solamente por actos repetidos diariamente. Esto significa: tenemos que entender —y esta comprensión revela lo realmente fatal que es nuestra situación— que nuestra lucha contra la mera existencia física de los objetos y contra su construcción, sus ensayos, su almacenamiento, resulta ser por demás insuficiente. Porque el objetivo que tenemos que alcanzar no puede ser no tener la cosa; sino nunca usarla, aunque no podamos evitar tenerla; nunca usarla, aunque no exista el día en el cual no podríamos usarla.

Esta es entonces tu tarea: hacer que la humanidad entienda que ninguna etapa material, ninguna eliminación de objetos físicos será jamás una garantía absoluta, sino que debemos tener la firme resolución de nunca dar el paso aunque siempre sea posible darlo. Si nosotros, ustedes, tú y yo no tenemos éxito en saturar el espíritu de la humanidad con esta revelación, estamos perdidos.

Günther Anders
Gebote des Atomzeitalters, 1957
Commandments in the Atomic Age, 1961
Traducción de Carlos Mayhua Terreros

“Las consecuencias políticas creo que son peores”

El ejército y la policía controlan el acceso al Complejo de Mercados en la ciudad de Piura, norte del Perú, el 17 de abril de 2020. (Andina/Municipalidad de Piura)

El 9 de mayo de 2020, Sofía Benavides y Darío Mizrahi publicaron en Infobae una entrevista con Johan Giesecke, médico y profesor emérito del Instituto Karolinska de Estocolmo, asesor del Ministerio de Salud de Suecia durante la pandemia del Covid-19, y quien se desempeñó como jefe de Epidemiología desde 1995 a 2005 en el país escandinavo. Aquí un breve fragmento de la entrevista.

Casi todos los países del mundo impusieron alguna forma de confinamiento estricto, no uno suave como el sueco. ¿Por qué cree que un enfoque tan duro fue elegido por tantos gobiernos y por qué Suecia no creyó que fuera apropiado?

Porque no hay evidencia científica para la mayoría de las restricciones que están tomando los países. Creo que para los políticos es importante mostrar fortaleza y acción, y observo que ese es un motivo importante para las cuarentenas estrictas. En Europa sucede que los países se siguen unos a otros. Cuando el país X ve que el país Y hizo algo, dicen ‘tenemos que hacer lo mismo, tenemos que establecer esa restricción’. Hubo una carrera entre los políticos.

Pero es cierto que en muchos casos hay epidemiólogos que les recomiendan a los políticos tomar esas medidas. ¿Hay discrepancias entre los expertos en ese punto?

Sí, y es precisamente porque hay poca ciencia, así que nadie sabe. Hay algunas cosas que sí sabemos científicamente, como que lavarse las manos es bueno. Lo sabemos desde hace 150 años. También sabemos que debemos mantener cierta distancia social, es decir, no acercarnos demasiado a otras personas. ¿Pero el resto? Nadie sabe si cerrar las escuelas va a tener algún efecto. Lo mismo con el cierre de fronteras, o con no permitir que la gente esté al aire libre. Muchos países le han dicho a la población que se quede en sus apartamentos. Es extraño, porque es agradable estar afuera y uno debería hacerlo. La infección se propaga muy poco estando al aire libre. De hecho, el riesgo es mucho menor.

¿Hasta qué punto cree usted que un enfoque como el de Suecia, que hace hincapié en la responsabilidad individual, podría funcionar en países con mayor desigualdad, pobreza y menor cohesión social, como podría ser la Argentina, pero también en otros países de América Latina?

La gente no es estúpida. Si se le explica qué es lo mejor para ellos y qué es lo mejor para la gente que los rodea, generalmente cumplirán con lo que se les indica. Y tampoco es necesario que todos cumplan con eso, mientras una mayoría siga las recomendaciones de las autoridades. Creo que funcionaría también en Argentina, y de cualquier manera creo que sería mejor que la policía controlando las calles.

Hay mucho debate acerca de la tasa de mortalidad del virus. Usted dijo recién que en Argentina podrían morir 15 mil personas. Pero cerca de 32 mil murieron en 2018 por neumonía e influenza, según estadísticas del Ministerio de Salud. En otros países, en cambio, el coronavirus ya mató más gente que la gripe estacional. ¿Cuál es la verdadera tasa de mortalidad de la COVID-19?

Yo creo que la tasa de mortalidad de la COVID-19 es bastante similar a la de una temporada de gripe, dudo de que sea muy diferente.

Usted ha dicho anteriormente que la cuarentena extrema es un riesgo para la democracia. ¿Por qué?

Porque es una situación en la que los hombres y las mujeres fuertes ven una oportunidad de obtener más poder. Por ejemplo, hoy Hungría tiene un dictador, Viktor Orbán, y pasa en otros países, también en el Reino Unido, por ejemplo, los gobiernos quieren lograr más poder, y podría también pasar en América Latina. Es una oportunidad para que aquellos que quieren poder, lo consigan. Y yo creo que ese es el mayor riesgo de esta pandemia. Por supuesto que la enfermedad y las muertes son un gran riesgo, pero las consecuencias políticas creo que son peores.

Sin embargo, quienes hoy se oponen a las cuarentenas y restricciones en todo el mundo no parecen ser grandes defensores de la democracia… Por ejemplo, los grupos de republicanos armados en Estados Unidos, que sostienen que el confinamiento es una mentira que debe terminarse para priorizar la economía.

Tienes razón, no es tan simple. Y del otro lado, también creo que muchos defensores de la democracia realmente están apoyando las decisiones de sus gobiernos sobre los bloqueos, los cierres y las cuarentenas. La verdad es que no puedo explicar por qué sucede de esta manera, pero realmente me preocupa mucho el futuro, en términos políticos.

© Infobae
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“Nada puede justificar esta destrucción de la vida de la gente”

Ciudadanos afectados por la cuarentena, en el distrito de Tambogrande, Piura, norte del Perú, en la madrugada del 27 de abril de 2020, esperando afuera de una agencia bancaria con la esperanza de cobrar un bono del gobierno. (Fuente: El Regional de Piura)

El 22 de mayo de 2020, Yoram Lass, médico e investigador científico, ex director general del Ministerio de Salud de Israel, fue entrevistado por Fraser Myers para la revista Spiked, sobre la pandemia del COVID-19. La traducción es de contranatura.org

Spiked: Usted ha descrito la respuesta global al coronavirus como histeria. ¿Puede explicarlo?

Yoram Lass: Es la primera epidemia en la historia que es acompañada por otra epidemia: el virus de las redes sociales. Este nuevo medio ha lavado el cerebro de poblaciones enteras. El resultado es miedo y ansiedad, y la incapacidad de observar datos reales. Y así tienes todos los ingredientes para una histeria monstruosa.

Es lo que se conoce en ciencia como retroalimentación positiva, o efecto de bola de nieve. El gobierno teme a sus electores. Por lo tanto, implementa medidas draconianas. Los electores ven las medidas draconianas y se vuelven incluso más histéricos. Se alimentan mutuamente y la bola de nieve crece y crece hasta llegar a territorio irracional. Esta no es más que una epidemia de gripe, si te importa ver los números y los hechos, pero la gente en estado de ansiedad es ciega. Si yo estuviese tomando decisiones, intentaría darle a las personas los números verdaderos. Y jamás destruiría a mi país.

¿Qué nos dicen los números, según lo ve?

La tasa de mortalidad atribuida al coronavirus es falsa. La mayoría de gente no está muriendo del coronavirus. La causa de muerte está siendo cambiada en el registro. Si los pacientes murieron de leucemia, de cáncer metastásico, de enfermedad cardiovascular o Alzheimer, ellos ponen coronavirus.(1) Además, el número de personas infectadas es falaz, porque depende del número de pruebas. Cuanto más pruebas haces más personas infectadas obtienes.

El único número que importa es el número total de muertes, por todas las causas, no solamente coronavirus. Si miras esos números verás que cada invierno tenemos lo que se llama un exceso de mortalidad. Es decir, durante el invierno más gente muere comparada con el promedio, debido a la temporada regular de epidemias de gripe, de las que nadie se preocupa. Si miras la ola del coronavirus en un gráfico, verás que se ve como un salto. El coronavirus viene muy rápido, pero se va también muy rápido. La ola de la influenza es más pequeña porque toma tres meses en pasar. Si cuentas el número de personas fallecidas en términos de exceso de mortalidad —que es el área bajo la curva— verás que durante la temporada del coronavirus hemos tenido un exceso de mortalidad que es aproximadamente 15% más grande que la epidemia de gripe normal en 2017.

Comparado con ese incremento, las medidas draconianas son de proporciones bíblicas. Cientos de millones de personas están sufriendo. En los países en vías de desarrollo muchos morirán de hambre. En los países desarrollados muchos morirán por el desempleo. El desempleo es mortalidad. Más personas morirán por las medidas adoptadas que por el virus. Y las personas que mueren por las medidas son los proveedores de los hogares. Son más jóvenes. Entre la gente que muere por el coronavirus, la edad promedio es a menudo más alta que la esperanza de vida de la población. Lo que se ha hecho no es proporcionado. Pero la gente tiene miedo, les han lavado el cerebro. No prestan atención a los hechos. Y eso incluye a los gobiernos.

¿Las cuarentenas tienen algún efecto positivo en la seguridad de las personas?

Cualquier experto razonable —esto es, cualquiera menos el Profesor Ferguson del Imperial College que habría encerrado a todos cuando tuvimos la gripe porcina— te dirá que la cuarentena no puede cambiar el número final de personas infectadas. Sólo puede cambiar la tasa de infección. Y la gente argumenta que cambiando la tasa de infección y “aplanando la curva”, hemos evitado el colapso de los hospitales. Te he mostrado los costos de la cuarentena, pero estos fueron los argumentos en favor de ella. Pero mira a Suecia. Sin cuarentena y sin colapso de hopitales. El argumento en favor de la cuarentena colapsa.

¿Por qué algunos países han sufrido mucho más que otros por el COVID-19?

Por ejemplo, puedes comparar Italia con Israel. En Medio Oriente, este virus realmente no está funcionando. Hay dos razones. Una es que hay una población muy joven, y la otra es el clima diferente. En la latitud de 50 grados, donde está Europa, y 40, que es el noreste de Estados Unidos, el virus es mucho más viable. Italia tiene la población más vieja del mundo, con excepción de Japón. Los italianos son también intensos fumadores y personas muy sociables, siempre abrazando y besando. Si miras los números, en 2017 murieron 25 mil italianos por complicaciones de la gripe. Ahora tienes alrededor de 30 mil muriendo por el coronavirus. Así que es un número comparable. No deberías arruinar un país por números comparables.

¿Cómo ha sido en Israel?

En Israel, tenemos dos capas de miedo. La histeria es similar a la del resto del mundo. Sin embargo, tenemos un primer ministro que ha sido resucitado por el coronavirus, añadiendo otra capa de miedo. No creo que exista otro primer ministro que haya hablado acerca del coronavirus en términos de la Peste Negra medieval, el Holocausto y el Fin de la Humanidad. ¿Boris Johnson ha mencionado a la Peste Negra? No lo creo. Esta es la situación especial en Israel.

¿Cómo se compara el coronavirus con pandemias pasadas?

Si miras en los años 50, tuvimos la gripe asiática. En los 60, hubo la gripe de Hong Kong. Estas fueron peores que esta pandemia. También, mira la historia de la gripe porcina en 2009, que empezó exactamente igual que el coronavirus. Un nuevo virus se originó en México. No había vacuna y causaba mucho temor. Se esparció por todo el mundo. Infectó a mil millones de personas. Un cuarto de millón de personas murieron. Pero no hubo cuarentena, Ferguson, nada; la gente estaba más interesada en la crisis económica que golpeó un año antes en 2008. No tuvieron tiempo de darle atención a esta tontería.

¿Terminará pronto la pandemia?

El virus, como el virus de la influenza, se está despidiendo de Europa occidental, con seguridad. Lo mismo en Medio Oriente. En Estados Unidos, no lo sabemos todavía, deberíamos hablar dentro de un mes. Pero nada puede justificar esta destrucción de la vida de la gente. Es increíble.


(1) A mediados de marzo de 2020, el profesor Walter Ricciardi, asesor científico del Ministro de Salud de Italia, reportó que "en una reevaluación del Instituto Nacional de Salud, solamente el 12% de los certificados de defunción mostraban una relación directa con el coronavirus". La edad promedio de los fallecidos era 79.5 años. Así lo consigna un informe del Centro para una Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford. (N. del T.)