La angustia

El naufragio (1805) | William Turner

Un poema de Paul Verlaine, originalmente publicado en 1866 en el libro Poemas saturnianos. Extraído de: Verlaine. Poesía completa. Tomo I. Traducción de Ramón Hervás. Ediciones 29, Barcelona, 1972.

La angustia

Naturaleza, nada tuyo me conmueve, ni los campos
nutricios, ni el eco bermejo de las pastorales
sicilianas, ni las pompas auroreales,
ni la solemnidad doliente de los ocasos.

Me río del Arte, me río del Hombre también, de los cantos,
de los versos, de los templos griegos y las torres espirales,
que se estiran en el cielo vacío de las catedrales,
y con igual ojo veo a los buenos que a los malos.

No creo en Dios, abjuro y reniego
de todo pensamiento, y en cuanto a la vieja ironía,
el Amor, quisiera que no me hablaran más de él.

Cansado de vivir, teniendo miedo a morir, semejante
a una barca perdida, juguete del flujo y del reflujo,
mi alma apareja para espantosos naufragios.

Paul Verlaine
Traducido por Ramón Hervás

Notas:
* En el verso quinto, dice el texto original: “me rio”. Añadida la tilde.
* En el penúltimo verso, dice el texto original: “al brick perdido”. Sustituido por “a una barca perdida”.

No es necesario hablar de nada

Un indio Mandan sobre un coracle hecho de piel de bisonte sobre un bastidor de ramas de sauce, en Dakota del Norte, Estados Unidos. Fotografía: Edward S. Curtis c. 1901-1910

Un poema de Ósip Mandelstam escrito en 1909, traducido por Jesús García Gabaldón, extraído de Ósip Mandelstam. Antología poética. Alianza, Madrid, 2020.

NO ES NECESARIO HABLAR DE NADA

No es necesario hablar de nada
ni estudiar nada.
Es tan triste y buena
la sombría alma animal.

Nada quiere enseñar.
Hablar no puede.
Y como un joven delfín
navega por la ciénaga del mundo.

1909

Ósip Mandelstam
Traducción de Jesús García Gabaldón

Matapiojos

Lo que el agua me dio (detalle) | Frida Kahlo (1938)
Lo que el agua me dio (1938) (detalle) | Frida Kahlo

Tres poemas de Elvira Hernández, extraídos de Los trabajos y los días. Antología. Edición y selección de Vicente Undurraga (Lumen, Santiago de Chile, 2016).

MATAPIOJOS

Nada queda de las libélulas
que tapizaron los parabrisas
en los años sesenta.
Los insecticidas les dieron
el toque final.

Las han reemplazado estas maquinillas
con aspas que mapean desde la altura
cómo fumigarnos como a piojos.

ÉPOCA CONTEMPORÁNEA

Así van las cosas.
Suman y se hacinan.
Rezuman.

Es tiempo de moscas cucarachas virus.

Tendré que forzar la puerta
las hojas
la tinta mental
y que puedan entrar los ángeles.

RESTOS

¿Encontraremos los pelos de la vergüenza
las escamas óseas de una verdad agrietada
la vértebra de nuestra historia?

¿Estará en algún lugar del territorio
la mano de la justicia o solo seremos pasto
y gente que escobilla sus trajes?

¿Algo de valientes plaquetas quedará
en la sangre fresca —algunas palabras—
O solo seremos pala de sepultureros?

Los niños corren en busca del Tesoro Escondido
de su Pasado.
……………………….. ¿Los detendremos?

………………………………………………………… Sí.
Los arrojaron al mar
Y no cayeron al mar
Cayeron sobre nosotros.

(marzo del 2001)

Elvira Hernández

Notas:
* En el antepenúltimo verso del primer poema, dice el texto original: “Las han reemplazados…”. Corregimos esta presunta errata.
* Los dos primeros poemas figuran en las páginas 255 y 269 de la antología publicada por Lumen, correspondientes al poemario Pájaros desde mi ventana (2012-2016).
* El tercer poema figura en la página 190, correspondiente al libro Actas Urbe (2000-2008), y tiene la siguiente nota al pie: “Este poema no logró llegar a la contratapa de la revista Rocinante a pesar de los esfuerzos de Virginia Vidal. Originalmente se llamó ‘Poema sin nombre’.”

El torbellino de la locura

The Flying Dutchman aka The Ghost Ship (c. 1896) | El holandés errante o El barco fantasma | Albert Pinkham Ryder

Tres poemas de Edith Södergran escritos entre 1918 y 1920, extraídos de Poesía Completa, Biblioteca Abraham Valdelomar, Huacachina, 2012. La traducción del sueco es de Renato Sandoval Bacigalupo.

EL TORBELLINO DE LA LOCURA

Libra a tu barca de las corrientes sobrehumanas,
del abismo turbulento de la locura —
libra a tu barca de las olas exultantes de la ruina,
pues hacen pedazos.
Ponte en guardia —ya no se trata de ti—
vida y muerte son una sola ante el frenético goce del poder,
aquí no hay “despacio”, “con cuidado”, “trata”.
Manos más fuertes aferran el remo al instante.
Y allí tú mismo te yergues, héroe de sangre restaurada.
Encantado en la calma, hoguera de gozo en espejeante hielo,
como si para ti el mensaje de la muerte no estuviera escrito:
olas benditas impulsan tu quilla hacia adelante.

(1918)

A LOS FUERTES

¡Huyan de la soledad! ¡Sean hombres!
No sean enanos de miembros contrahechos.
Ni prisioneros de dientes apretados,
Ni águilas enfermas en ligaduras y cadenas.
Aprendan a erguirse como pinos de arrecife en el fuego
……….. de los rompientes.
Aprendan a seguir la ley no escrita de los astros.
Santos y héroes, dúctiles cuerpos, crezcan hasta ser los
………. .pilares del templo de la verdad.
Aprendan a alzarse como olas en la tormenta.
Tiendan la mano a sus hermanos, el mundo será otro.
Los dolorosos días de otoño se habrán ido para siempre.

SOLEDAD

Tan pocos hay entre las arenas del mar que lo comprendan.
Sola vine, sola me iré.
Mi corazón libre no tiene hermano.
Los fantasmas cristianos sentados están en cada corazón
……….. extendiendo sus manos de pobreza.
La dulzura que hacia mí fluye de todas partes es inacce-
……….. sible para ustedes.
Es la maravillosa soledad del trono,
es la riqueza, la riqueza que dobla las rodillas.

Edith Södergran
Traducción de Renato Sandoval Bacigalupo

Los marineros adoran un buen día de sol

Extraño fotograma de la película "Zítra vstanu a oparím se cajem" (Jindrich Polák, 1977)
Fotograma de la película checoslovaca de comedia y ciencia-ficción titulada “Mañana despertaré y me quemaré con el té”, dirigida por Jindrich Polák en 1977.

Un poema inédito de Carlos Mayhua Terreros, escrito en Lima el 17 de mayo de 2020, luego de escuchar y traducir una canción de Didier Le Blanc.

LOS MARINEROS ADORAN UN BUEN DÍA DE SOL

Los marineros adoran un buen día de sol
Cuando el vértigo de la marea se deshace
En los cuerpos cocidos en el sudor
Y las manos callosas en las gruesas sogas mojadas
Tientan al viento dormido en las velas calmadas
En las noches se ahogan en un barril lleno de ron
Se escurren luego a soñar en un cofre herrumbrado
Y se secan con puñados de sal como lonjas
De jabalíes sembrados en islotes desiertos
Y al alba se arrojan al mar crepitante
Desde los más frágiles mástiles
O desde el talle de la sirena tallada a babor
A la vista todo el azul de la imaginación
Los marineros adoran un buen día de sol

Carlos Mayhua Terreros
17 de mayo de 2020